editorial | El Mercurio, 16/03/2010, extracto.-
El Presidente Piñera ha reiterado que aspira a que todos los estudiantes estén en clases a partir del lunes 26 de abril, fecha en que se cumplen los 45 días de plazo que le otorgó al ministro Lavín para regularizar la situación escolar de los educandos que, como consecuencia del terremoto, no han podido iniciar su año escolar. Ésta es una tarea urgente, sobre todo porque los alumnos sin clases son principalmente de sectores vulnerables, para los cuales la educación es un instrumento fundamental de progreso social.
Dejarlos sin clases es brindarles aún menos oportunidades que las que les concede actualmente nuestro sistema escolar.
Por cierto, la falta de calidad y equidad que caracteriza a nuestro sistema educacional, a pesar de los avances registrados en las últimas décadas, deja en claro que la agenda de las nuevas autoridades no se puede agotar en sus primeros meses sólo en la tarea de la reconstrucción. Por ejemplo, a propósito de ésta podrían evaluarse nuevas formas de articular las escuelas y los colegios dañados. En muchas de las zonas devastadas existían escuelas cercanas con muy pocos alumnos, situación inadecuada tanto desde el punto de vista financiero como pedagógico. Hay una posibilidad, pues, de rediseñar la oferta escolar, combinándola con sistemas eficaces y seguros de transporte escolar. La situación actual representa también una oportunidad para evaluar una mayor cooperación entre municipios en la provisión de educación, mediante, por ejemplo, corporaciones de giro único y de carácter descentralizado, que reúnan la oferta de educación pública de dos o más comunas. Esta opción podría servir de plan piloto para evaluar una forma de organización de la educación estatal alternativa a la actual.
Pero las urgencias de corto plazo no pueden ser motivo para no abordar la agenda más permanente de este ministerio.
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