Quiero suscitar la cuestión general acerca de la mutua definición, de la naturaleza del hombre y de la naturaleza de las instituciones modernas, que caracteriza nuestra visión del mundo y nuestro lenguaje. Para hacerlo, he elegido a la escuela como mi paradigma, y por consiguiente trato sólo indirectamente de otros organismos burocráticos del Estado corporativo: la familia consumidora, el partido, el ejército, la iglesia, los medios informativos. Mi análisis del currículum oculto de la escuela debería poner en evidencia que la educación pública se beneficiaría con la desescolarización de la sociedad, tal como la vida familiar, la política, la seguridad, la fe y la comunicación se beneficiarían con un proceso análogo.” Como puede apreciarse, el esfuerzo anunciado por Illich es ambicioso. Debo decir que dedicó parte de su vida a llevarlo a cabo. Como ya dije, quisiera destacar solamente algunos aspectos referidos a la escuela. Cuando advierte, al comenzar, que las escuelas adiestran al alumno a “confundir proceso y sustancia”, este pensador crítico abre una caja de Pandora. Si nos ponemos a pensar en la experiencia que todos hemos vivido, el ejemplo que pone es elocuente: “Al alumno se le "escolariza" de ese modo para confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación, diploma con competencia, y fluidez con capacidad para decir algo nuevo. A su imaginación se la "escolariza" para que acepte servicio en vez de valor.” ¿No hemos conocido y experimentado esto? ¿No lo hemos sufrido una y otra vez? ¿No lo estamos sufriendo ahora mismo? Manteniéndonos sólo en el tema de la escuela, parece evidente que enseñanza es una cosa y saber, otra diferente; ser promovido de curso no es, necesariamente, prueba de estar siendo educado; tener un diploma no asegura competencia, calidad profesional; y hablar bien no garantiza un buen contenido de lo que se diga. Entretanto, para avanzar de verdad, las sociedades requieren nutrirse de saber, educación, competencia profesional genuina e ideas nuevas. ¿Entrega esto la escuela en la actualidad? En caso negativo, como pareciera ser el caso, ¿podría llegar a proporcionar esto reformándola? ¿O no tiene remedio y hay que eliminarla, reemplazándola por herramientas inéditas, completamente nuevas? Estas interrogantes, que emanan de la crítica de Illich, debieran hacerse ahora en Chile, al momento de comenzar un debate sobre la “calidad de la educación”. Es cierto que nuestra sociedad es masivamente conservadora, lo que podría hacer suponer que los avances van a terminar siendo menores y hasta cosméticos. Sin embargo, así como existen retrocesos en la marcha de las naciones, también se producen a veces aceleraciones históricas inesperadas, cuando se toma conciencia colectiva de fallas graves en lo que se ha estado haciendo. El caso de la educación podría ser uno de ellos. Volviendo a la cita y para terminar, por ahora, ésta subraya con claridad hacia dónde va todo. Illich quiere desnudar la miseria de muchas de nuestras instituciones y llevarnos a una reflexión que tienda a ir al fondo real de los problemas, sin quedarnos, como solemos hacerlo, en la superficie. Por lo pertinente de lo expuesto para el destino de nuestro país seguiré tratando de reflexionar durante un tiempo en torno del pensamiento de este autor. (Recomiendo al lector inquieto visitar la hermosa y completa página web dedicada a Iván Illich, www.ivanillich.org Allí encontrará varios textos de él en castellano, fuente que, huelga decirlo, es la que estoy utilizando.)
Technorati Tags : educación, Chile, escuela, Ivan Illich
No hay comentarios.:
Publicar un comentario