blogs el mercurio- 15/06/2008 extracto
¿Es cierto que en materia educativa lo público se identifica con lo estatal? ¿Será, en cambio, que lo público puede también ser servido por particulares?
La respuesta a esas preguntas -si queremos escapar de los lugares comunes y de los clichés de estos días- depende, por supuesto, de lo que entendamos por público.
En su acepción más antigua (v.gr. en Aristóteles) lo público se identifica con la posibilidad de participar en diálogos que se relacionan con la vida en común. De ahí que en la literatura antigua se contraponga el hogar (oikos) con la ciudad (polis). Lo más propio del hombre (el logos) sólo refulgía en esta última. Ejercitar el logos (lo que hoy llamaríamos razón) era entrar en lo público.
Esa acepción de lo público (como el ejercicio de la racionalidad acerca de los asuntos comunes) aparece de nuevo en la modernidad (por ej. en Habermas): aquí lo público se identifica con un ámbito (que no coincide ni con el estado, ni con el mercado) en el que las personas se reconocen una misma condición de igualdad e intercambian, mediante el lenguaje, sus puntos de vista acerca del mundo que tenemos en común. (…)
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