Todo indica que la evaluación no cumple con el objetivo para el cual fue diseñada y que, probablemente, no muestra la realidad de lo que sucede en las aulas. Necesita ser corregida.
Fecha edición: 29-03-2006/La Tercera.cl /opinión
Tras un largo período de debate entre sucesivos gobiernos y el Colegio de Profesores, el Ministerio de Educación entregó ayer los resultados de la evaluación docente realizada el año pasado, la primera que tuvo carácter obligatorio para todos los profesores del sistema público.
Según el informe presentado por el Mineduc, 10.700 maestros se sometieron al proceso de evaluación (otros cinco mil rehusaron hacerlo y fueron reprobados). De ellos, 6,6% fue calificado en nivel destacado, 52,3% competente, 37,3% básico, y 3,8% en un rango insatisfactorio (es decir, tendrá que repetir la evaluación en el próximo período). Sólo un profesor fue eliminado del sistema luego de fallar por tercera vez consecutiva en la evaluación.
La publicación de las notas globales de quienes fueron examinados es altamente positiva, sobre todo porque luego de años de postergaciones este proceso por fin pudo ser completado. Desde 1991 se venía intentando evaluar a los profesores y la sola entrega de los resultados debe ser considerada un avance en la búsqueda de mejorar la calidad de la educación chilena a través del conocimiento de la realidad de la docencia que se imparte.
Pero pese a que éste es un paso adelante, subsisten, sin embargo, dudas en torno a la eficacia del mecanismo de evaluación.
Resulta difícil comprender que si casi el 60% de los profesores fue evaluado de manera satisfactoria, aún persistan las magras calificaciones en las mediciones de la calidad de la educación, como ha quedado claro con la reciente publicación de los resultados del Simce.
Según algunos, este pobre desempeño podría deberse a problemas que van más allá de la docencia, como por ejemplo la sobrepoblación de alumnos en las aulas, la falta de una infraestructura física adecuada o la ausencia de materiales idóneos para impartir clases. Ello supondría que el cuello de botella de la educación chilena no está en la calidad de los docentes. Sin embargo, no parece ser ésta una explicación válida. Existe consenso en que la calidad del profesorado es crucial en el proceso de enseñanza escolar y en que, por una serie de razones, el nivel de la docencia en nuestro país es bajo, por muy ciertos que sean los otros problemas aludidos más arriba.
El que una proporción baja de los profesores (3,7%) resulte reprobada en la evaluación abre dudas respecto de la efectividad del instrumento utilizado para calificar a los docentes. De partida, no se condice con los resultados del Simce. Esto lleva a pensar que la evaluación no cumple con el objetivo para el cual fue diseñada y que, probablemente, no muestra la realidad de lo que sucede en las aulas.
Fecha edición: 29-03-2006/La Tercera.cl /opinión
Tras un largo período de debate entre sucesivos gobiernos y el Colegio de Profesores, el Ministerio de Educación entregó ayer los resultados de la evaluación docente realizada el año pasado, la primera que tuvo carácter obligatorio para todos los profesores del sistema público.
Según el informe presentado por el Mineduc, 10.700 maestros se sometieron al proceso de evaluación (otros cinco mil rehusaron hacerlo y fueron reprobados). De ellos, 6,6% fue calificado en nivel destacado, 52,3% competente, 37,3% básico, y 3,8% en un rango insatisfactorio (es decir, tendrá que repetir la evaluación en el próximo período). Sólo un profesor fue eliminado del sistema luego de fallar por tercera vez consecutiva en la evaluación.
La publicación de las notas globales de quienes fueron examinados es altamente positiva, sobre todo porque luego de años de postergaciones este proceso por fin pudo ser completado. Desde 1991 se venía intentando evaluar a los profesores y la sola entrega de los resultados debe ser considerada un avance en la búsqueda de mejorar la calidad de la educación chilena a través del conocimiento de la realidad de la docencia que se imparte.
Pero pese a que éste es un paso adelante, subsisten, sin embargo, dudas en torno a la eficacia del mecanismo de evaluación.
Resulta difícil comprender que si casi el 60% de los profesores fue evaluado de manera satisfactoria, aún persistan las magras calificaciones en las mediciones de la calidad de la educación, como ha quedado claro con la reciente publicación de los resultados del Simce.
Según algunos, este pobre desempeño podría deberse a problemas que van más allá de la docencia, como por ejemplo la sobrepoblación de alumnos en las aulas, la falta de una infraestructura física adecuada o la ausencia de materiales idóneos para impartir clases. Ello supondría que el cuello de botella de la educación chilena no está en la calidad de los docentes. Sin embargo, no parece ser ésta una explicación válida. Existe consenso en que la calidad del profesorado es crucial en el proceso de enseñanza escolar y en que, por una serie de razones, el nivel de la docencia en nuestro país es bajo, por muy ciertos que sean los otros problemas aludidos más arriba.
El que una proporción baja de los profesores (3,7%) resulte reprobada en la evaluación abre dudas respecto de la efectividad del instrumento utilizado para calificar a los docentes. De partida, no se condice con los resultados del Simce. Esto lleva a pensar que la evaluación no cumple con el objetivo para el cual fue diseñada y que, probablemente, no muestra la realidad de lo que sucede en las aulas.
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Technorati Tags: educación, Chile, evaluación, crítica
He enlazdo este post, profesorinteractivo.blogia.com
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