El Mercurio, editorial, 12/11/2010, extracto.-
Como es bien sabido, entre los muchos problemas en educación escolar que tiene nuestro país destacan los relativos a niveles de calidad. Medidos por pruebas estandarizadas como el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por su sigla inglesa), están por debajo de los de países más desarrollados, incluidos los de menor ingreso per cápita entre ellos. Pero, además, el origen socioeconómico de los estudiantes pesa especialmente en los desempeños chilenos en esas pruebas. Si éstos se elevasen (lo que supone mejorar en grado importante aquellos de los estudiantes de menor nivel socioeconómico), habría un avance significativo en el conjunto de habilidades de nuestro alumnado y, según diversos estudios, eso podría impulsar nuestra tasa de crecimiento económico en una magnitud apreciable. Así, por ejemplo, si Chile subiese en 50 puntos su rendimiento en la prueba PISA (con lo que alcanzaría resultados similares a los de la República Eslovaca o España), su crecimiento podría elevarse de modo permanente en alrededor de un punto porcentual. Por cierto, tales estudios son siempre controvertidos, pero dan una idea del efecto que puede tener un conjunto de políticas apropiadas, que incrementen las habilidades cognitivas y no cognitivas de nuestros estudiantes.
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